Mención Honrosa
La casa la construimos en un bosque cerca de Curacautín. No queríamos talar los viejos árboles, por lo que sin prisa buscamos un claro. Poco después de empezar las obras, nos aconsejaron derribar un roble que crecía demasiado cerca. «Por seguridad», dijeron. «Por el viento», dijeron. Con pesar, escuchamos el consejo. Con su madera hicimos las vigas. En las noches de viento, el bosque cruje y las vigas también crujen. Nos dicen que el sonido es el de la madera secándose, pero nosotros sabemos que el bosque habla y el árbol, en su nueva forma, le responde.
Felipe Foncea Maturana, 42 años
Curacautín.
Ilustración: Geraldine Pirce.