Mención Honrosa
Juana me decían y yo Juana me creía. Un día levanté la vista y ya ni las chalas me cabían. Tuve que aprender a cocinar (porque a pura tortilla no me criaría, como ella me decía) cazuela, pantrucas y charquicán. Incluso aprendí a coser, porque con la ropa con hoyos no surgiría. En la escuela me enseñaron a leer y a escribir, a sumar y a restar. Incluso a multiplicar y a dividir, aunque soñar era lo que me hacía sentir. ¡Anita! Así me despertaba la señorita, ese era mi nombre. Juana era mi abuela, pero yo Juana me creía.
Fabiola Rodríguez Niklitschek, 38 años
Temuco.
Ilustración: @chikawale.