MAR, SUDOR Y LÁGRIMAS

Mención Honrosa

Con menguante y neopreno de segunda mano se lanzó al mar y temerariamente cortó el kollof. Desde un peñasco, Marcelina observaba a papá con devoción. En venideros tres meses, padre, madre e hija trabajarían armando paquetes con el alga ancestral. «Hasta el codo, y del grueso de mi puño son las medidas», así Celestino enseñaba a su hija la tradición. Cuando Marcelina supo que no vendería cochayuyo en carreta, triste y rabiosamente lloró. Celestino conocía lo arduo del viaje entre Piedra Alta y Temuco. También sabía la distancia entre su mundo tranquilo y esencial y el otro acelerado y consumista.

Sigisfredo Sandoval Sandoval, 41 años
Temuco.

Ilustración: @planta_planetas.