Mención Honrosa
Niñoperro vivía en la calle. Un día aspiró bencina y, luego de encender un cigarro, conoció el infierno de su rostro al rojo vivo. Niñoperro lucía su quemadura, mientras pasaba penurias bajo la noche de escarcha. A cielo abierto, Niñoperro veía caer la lluvia. Y tal vez fue el frío de ese invierno el que apuró su partida. Nadie llora a Niñoperro, pero hay quienes afirman que un coro de aullidos se escucha en la noche temuquense y que una jauría desatada ladra cada vez que el pisotón depravado del más fuerte intenta tocar a un niño de la calle.
Vinka Salinas Oñate, 39 años
Temuco.
Ilustración: @nina_pudu .